Historias reales: lo que una familia perdió por no tener seguro
A veces, la mejor forma de entender la importancia de un seguro de vida no es con números ni explicaciones técnicas, sino con historias reales.
Historias de familias que pensaron que “no era el momento” o que “todavía no lo necesitaban”… hasta que fue demasiado tarde.
La historia de Jorge y Mariana
Jorge tenía 38 años, era electricista independiente, esposo de Mariana y papá de dos niños pequeños. Siempre fue responsable, trabajador, y el principal sostén de la familia.
Decidió postergar la contratación de un seguro de vida porque “no había urgencia” y prefería invertir en otros gastos del hogar.
Un día, en un accidente laboral, Jorge perdió la vida.
¿Qué pasó después?
Mariana tuvo que encargarse sola de todos los gastos del funeral.
Perdieron el auto porque no pudieron seguir pagando el préstamo.
Ella tuvo que dejar su empleo de medio tiempo para buscar dos trabajos y aún así no lograba cubrir todo.
Los niños dejaron su escuela privada.
Tuvieron que mudarse con sus abuelos.
Años después, Mariana aún carga con deudas que se originaron tras esa pérdida.
Todo esto pudo evitarse con una póliza de menos de $30 al mes.
¿Qué enseña esta historia?
Que la vida no avisa.
Que la estabilidad de una familia puede desaparecer de un día para otro.
Y que el seguro de vida no es un gasto: es un acto de amor y responsabilidad.
Reflexión
Nadie puede evitar la pérdida emocional.
Pero sí podemos evitar el colapso financiero.
Un seguro de vida no resuelve todo, pero garantiza que tu familia no tenga que enfrentar sola las consecuencias económicas de una tragedia.
Conclusión
Hoy, tú estás a tiempo.
No dejes que tu historia sea una advertencia para otros. Haz que sea un ejemplo de previsión y amor por los tuyos.